Glove One es un teléfono móvil que tiene la forma de un guante. Es solo un concepto, funcional, pero concepto al fin que puede llegar a chocar con grandes barreras como la decisión de sacrificar una parte de nuestro cuerpo en pos de la tecnología.
El sacrificio no es total, no significa que anulemos la habilidad de una parte de nuestro cuerpo, pero significa llevar consigo todo el tiempo un dispositivo, con lo que ello trae aparejado, claro está, además de la estética.
Como bien Bryan Cera lo expresa en su blog,
Es a la vez la literalización de la noción de Sherry Turkle sobre la tecnología como un «miembro fantasma», en la forma en que nos aumentan la dependencia a través de una ambivalencia en él, así como una celebración de la libertad que buscamos en nuestros dispositivos. La inversión emocional se convierte en física, como la funcionalidad del dispositivo depende de la disfuncionalidad del usuario. Mientras disfrutamos de las fantasías que ofrecen, podemos repensar las tecnologías que construimos y reflexionar sobre cómo ellas nos construyen.
Este concepto fue incluido en un proyecto llamado Gadgets for Remembering the Future, que es parte de la una exhibición de Tesis de la Escuela de Artes UW-Milwaukee Peck.