Una historia que cruza fronteras y décadas: cómo un Volkswagen Cabriolet 1987 se convirtió en el símbolo de una vida llena de recuerdos y viajes inolvidables.
Hace casi cuatro décadas, Charlene Johnson, ciudadana estadounidense, comenzó una aventura que cambiaría su vida y la de su Volkswagen Cabriolet 1987.
La historia de Charlene Johnson y su Cabriolet 1987
Contratada para un puesto de enseñanza en los Países Bajos, decidió celebrar este nuevo capítulo comprando su primer auto nuevo a través del programa Tourist Automobile Shipping Program (TASP) de Volkswagen. Este programa, ahora extinto, permitía a los clientes adquirir vehículos en Europa y luego enviarlos a los Estados Unidos, con la posibilidad de recorrer Alemania y otros países vecinos en el proceso.
Charlene optó por un Golf convertible, compacto y asequible, con el plan de enviarlo de vuelta a los EE. UU. al finalizar su experiencia laboral en el extranjero.
“Era el coche más genial, y me encantaba conducirlo con la capota bajada”, recuerda Johnson. Este Cabriolet fue más que un vehículo; se convirtió en un miembro más de la familia.
Un vehículo que sirvió como el auto de bodas de Charlene, el compañero de viajes por Europa, y hasta el aula donde sus hijos aprendieron a conducir.
Un auto, una vida y un regreso inesperado
Lo que comenzó como un trabajo temporal en los Países Bajos se transformó en una carrera de toda una vida. Tras su jubilación reciente, Johnson decidió regresar a los Estados Unidos, específicamente a Montana, su tierra natal. Sin embargo, el pensamiento de dejar atrás a su querido Cabriolet no era una opción agradable.
Johnson aún conservaba la documentación original del programa TASP y decidió intentar lo imposible: contactar a Volkswagen of America para solicitar una excepción y enviar su auto de 37 años a los Estados Unidos. Su solicitud llamó la atención de varios empleados, incluyendo a Mark Gillies, Director de Relaciones Públicas y Reputación de la marca.
“La solicitud nos tomó por sorpresa,” comentó Gillies. “El programa lleva mucho tiempo cancelado. Pero al conocer la historia de la Sra. Johnson y su amor por nuestro producto, decidimos honrar su petición.”
Un viaje lleno de emociones
A principios de este año, el Cabriolet finalmente llegó a Houston, Texas, a bordo de un barco de carga, y posteriormente fue trasladado a un concesionario Volkswagen en Montana.
La reunión con su auto fue emotiva, pero tuvo un pequeño inconveniente: el auto no encendía. La razón, simple y casi cómica, era la falta de gasolina. Una vez llenado el tanque, el Cabriolet arrancó como si fuera el primer día.
“El coche siempre ha sido súper confiable. Para mí, los recuerdos sobre el auto son realmente sobre las personas, siempre fue parte de esos momentos especiales,” dijo Charlene.
La historia de Charlene Johnson y su Volkswagen Cabriolet no es solo sobre un auto; es un recordatorio de cómo los objetos más simples pueden convertirse en testigos y protagonistas de nuestras vidas. En cada viaje, en cada aventura, en cada momento compartido, ese Cabriolet llevó más que personas: cargó sueños, aprendizajes y memorias que ahora viajan de generación en generación.
Esta historia es un ejemplo de cómo las conexiones emocionales que forjamos con lo que amamos, ya sea un auto, una pasión o una etapa de nuestra vida, nos impulsan a preservar lo que realmente importa. Que esta historia inspire a todos a valorar esos compañeros de camino que nos recuerdan quiénes somos y hasta dónde hemos llegado.
Puedes conocer más sobre la historia de Charlene y la celebración del 75 aniversario de Volkswagen of America a través del siguiente vídeo: