Investigadores de la Universidad de Michigan, inspirados por el laberinto de la mitología griega, han desarrollado un nuevo chip grabado con canales fluidos (chip microfluídico) que a través de un laberinto circular separa las células cancerosas del resto del torrente sanguíneo para su análisis. Este chip ya se está utilizando en un estudio clínico real de cancer de mama.
Cuando la sangre circula por el laberinto, las curvas ayudan a empujar las células cancerosas que son más grandes, hacia adelante, mientras que las células sanas, al ser más pequeñas se aferran a las paredes mientras que en las esquinas dentro del laberinto colocan a los glóbulos blancos en una posición idel. Esto lo explica Sunitha Nagrath, profesor asociado de ingeniería química de la Universidad de Michigan, señalando que «Las células más grandes, como la mayoría de las células cancerosas, se enfocan muy rápido debido a la curvatura, pero cuanto más pequeña es la célula, más tiempo tarda en enfocarse», luego añadió que «Las esquinas producen una acción de mezcla que hace que los glóbulos blancos más pequeños se aproximen a la posición de equilibrio mucho más rápido».
Este chip acelera la detección de las células cancerosas comparado con los procedimientos convencionales que para detectar las células cancerosas utilizan trampas o marcadores. Además el flujo sanguíneo a través del chip es mucho más rápido, por lo que también se puede reducir el número de glóbulos blancos que contamina la muestra de células cancerosas, aproximadamente 10 veces menos con un segundo chip laberinto que solo procesa la sangre capturada que incluye las células con cáncer. Este último proceso solo tarda 5 minutos más.
La detección de células con cáncer del tipo agresivas, resistentes a las drogas, es muy dificultoso a través de los medios convencionales, ya que además del tiempo que toma, no existen buenas opciones para capturar con precisión las células madre del cáncer y esto se debe a que este tipo de células circulantes representan sólo uno en mil millones de células sanguíneas.
En la publicación Michigan News de la misma Universidad, señalan que las células cancerosas separadas de la sangre tienen el potencial de revolucionar los tratamientos de cancer permitiendo desarrollar tratamientos personalizados, monitorear cambios genéticos y detectar la presencia de células cancerosas agresivas, que son las que tienden a propagar el cancer.