Nuestro rostro está proyectado para ser mostrado ante los demás, y no tanto para que uno mismo lo contemple. Incluso al mirarnos en el espejo, lo que estamos observando no es más que la visión de uno como otro. En el interior podemos ser completamente distintos a lo que nuestro rostro exhibe. Identificarse con lo que expone nuestro rostro, equiparar las emociones del momento, con ciertos gestos faciales, es algo inherente a nuestra naturaleza, aun cuando podamos alterar esta condición de acuerdo a nuestras intenciones particulares.

Como quiera que sea, las expresiones faciales parecen ser una constante de humanidad puesto que, independientemente de las circunstancias culturales, sociales y existenciales que se relacionen con la persona que las exhiba, tales expresiones se repiten de acuerdo a emociones bien definidas. Lo anterior puede ser comprobado experimentalmente, siguiendo rigurosas mediciones estadísticas. Uno de los científicos quien se abocó a estudiar la universalidad de los gestos faciales fue Paul Ekman, quien, en la década de 1960, desarrolló un minucioso estudio psicológico en torno al tema. Ekman logró en este trabajo, identificar siete gestos faciales asociados a siete estados de ánimo diferentes y que se repiten en prácticamente todas las culturas del mundo. Esta es una infografía que nos muestra los resultados obtenidos por Paul Ekman.

[Fuente infographiclist.com]