Q by Aston Martin revela DB12 Volante Palm Beach Edition: un descapotable de 680 CVs con tonos Frosted Glass Blue, detalles náuticos y lujo artesanal británico.
La postal de un atardecer en South Florida acaba de cobrar forma sobre ruedas. Aston Martin Palm Beach, en sociedad con Q by Aston Martin —la división de personalización extrema de la marca—, presentó un DB12 Volante único cuyo traje principal es el inédito color Frosted Glass Blue.
El secreto está en diminutas escamas de vidrio esparcidas a mano en la capa superior de pintura; bajo la luz inclemente de Palm Beach el auto no solo refleja destellos, sino que parece latir como la superficie del océano.
Para subrayar su silueta de super-tourer cabrio, los diseñadores añadieron un fino filete Club Sport White en splitter delantero, taloneras y difusor, además de rines de cinco radios en Gloss Jet Black con acabado diamantado. El resultado es un ejercicio de discreción sofisticada, donde cada centímetro cuadrado rehúye lo obvio y abraza lo artesanal.

Interior artesanal con alma náutica
Con la capota plegada, el DB12 Volante revela un habitáculo que conjuga la tradición británica con el espíritu relajado de la costa atlántica. La cabina viste una combinación Aurora Blue e Ivory rematada por costuras Spicy Red que añaden un guiño deportivo.
El motivo de palma —símbolo omnipresente en Palm Beach— se borda en respaldos, descansabrazos y placas de umbral, y se repite en las branquias laterales maquinadas en aluminio. Hasta las coordenadas de Palm Beach aparecen grabadas en el salpicadero de cuero, recordando que este descapotable nació con un código postal muy claro.
El toque final llega con el fresno Linear Light Olive Ash de poro abierto, colocado en libros simétricos para imitar la veta de la madera de palma. Cada panel pasa por manos expertas que lijan, barnizan y encajan la pieza como si se tratara de un instrumento musical.
La firma Q by Aston Martin: lujo a la carta
El proyecto Palm Beach Edition ilustra el alcance casi ilimitado de Q by Aston Martin. Creada para clientes que no se conforman con el catálogo estándar, la división permite elegir desde un pespunte inédito hasta un acabado metalizado jamás utilizado.

“Este extraordinario DB12 Volante encapsula perfectamente la elegancia discreta tanto de Palm Beach como de Aston Martin.”, afirma Pedro Mota, presidente regional de Aston Martin the Americas. “A través de una colaboración entre Q by Aston Martin y Aston Martin Palm Beach, hemos creado un automóvil deportivo excepcional que fusiona un rendimiento impresionante, arte y lujo. Esta comisión de Q sin duda atraerá a más clientes a crear una especificación única con Q by Aston Martin, donde la creatividad incomparable y la artesanía británica generan vehículos tan únicos y especiales como sus propietarios.»
Sus palabras resumen la filosofía de un departamento que combina los 680 PS (671 hp) del DB12 Volante con la identidad personal de cada dueño. No hay límites: si alguien desea incrustar meteoritos en la consola o teñir la piel con pigmentos naturales traídos de la Polinesia, Q lo hará realidad mientras la garantía de fábrica permanece intacta.
Un anticipo de encargos aún más exclusivos
Aunque esta pieza única no está a la venta, su aparición ya genera interés entre coleccionistas que ven en Q un lienzo en blanco. La propia marca admite que el ritmo de encargos “one-off” crece cada trimestre, impulsado por clientes más jóvenes y por entusiastas que saltan del arte contemporáneo a la automoción.
El DB12 Volante Palm Beach Edition no solo es un escaparate rodante; también es una señal de que Aston Martin quiere mantener vivo el oficio artesanal en la era de la producción robotizada. Para los curiosos —o los afortunados—, basta acercarse a cualquier concesionario de la firma y solicitar una cita con el equipo de diseño: allí comienza un proceso donde el único insumo imprescindible es la imaginación.

El Palm Beach Edition DB12 Volante personifica una tendencia que combina potencia, personalización extrema y narrativa local. Cada matiz —desde la pintura con escamas de vidrio hasta los milimétricos bordados de palma— habla de un automóvil concebido como obra de arte, no como simple medio de transporte.
En tiempos donde la electrificación y la conducción autónoma dominan titulares, Aston Martin demuestra que aún queda espacio para el fetichismo mecánico y la artesanía pura. No es un coche destinado a las masas; es un tributo al hedonismo con acento británico y sabor a sal marina. Quien tenga la fortuna de conducirlo sentirá, más que el viento del Atlántico, la certeza de poseer algo irrepetible.